Dar Sin Esperar Recibir...
Sí, lo sé, soy una pura y estricta sin-vergüenza. Pero no todo es lo que aparenta. Entre el trabajo... el OTRO trabajo... y tratar de acomodarme entre el frío de la sala, y el cojín del sofá, he pasado de creer que tengo el rincón perfecto para escribir el próximo post, a descubrir que simplemente me estoy durmiendo por lo cansada que estoy...
Muchas cosas han pasado desde que empezó el año. Descubrí que Sprint me puede joder en más de una forma. También que un hombre de 28 años puede ser lo suficientemente BICHO como para desaparecérsele a su novia sin dejar rastro, porque no puede tener los granos para admitir que no está listo para el compromiso... También he aprendido que tengo más que aprender de mi sobrinita, que lo que ella puede aprender de mí ahora mismo... A veces no quiero que ella crezca...
Pero na... deja ver... Por ahí vengo con el relato de cómo terminó la primera “relación”, si se le puede llamar así. Pero no os preocupéis, nada de sappy, melancholy, o gooey Yani... Sólo raw y sincera, como pasó todo... Como era mi querido Napoleonov.
En el inicio de un año que promete pocos cuartos y mucha alegría, me siento con las cosquillas de desbordarme publicando lo que desde hace un buen tiempo me saca la lengua desde mi cátedra universitaria. Pero por ahora, simplemente quiero dedicarme a... AGRADECER. Creo que se han dado cuenta de que tengo SIGLARES que no visito muchos de los blogs que me encantan, y otros, que aunque no me encanten, son debo-ver. No es abandono, más bien agobiamiento (esa palabra debería ser aceptada por la Real Academia de la Lengua!) por atender responsabilidades que más que importantes, son urgentes.
Sin más nada, espérenme por sus blogs más temprano que tarde. Sé que ustedes tienen mucho qué decir... Es hora de devolver algo de lo que me han dado :-)