Tuesday, September 10, 2019

~ Bachata Rosa ~

Siempre que platico con mi tío menor, él se ríe y menciona la frase, "Este mundo está al revés." Se le hace increíble que yo, Yani, la santica, la que vivía con la nariz metida en un libro en TODOS los viajes a Jarabacoa, mientras que mi hermana y mis primos iban a lo que realmente se iba a Jarabacoa: el río, el dominó y los cuentos de camino, ahora sea más "tíguera" que mi hermana y sea tan amante de andar "en el medio". Creo que él exagera bastante. 

No era raro que yo fuera estudiosa. Vengo de una familia de universitarios, cultos licenciados e ingenieros en una que otra vaina que ni ejercen hoy (incluyéndome), uno que otro Suma Cum Laude, e incluso unos que pasaron a chepazo y su vida universitaria consistió en escapársele a los anti-chuleo. Pero yo era un caso especial. Durante la universidad fui a decenas de house-parties, pero NUNCA pisé una discoteca.

No era que no me gustaran. Simplemente tenía mi meta de graduarme en cuatro años, y creo que el no andar mucho en el medio influyó en que lo lograra. Y sí, los house-parties fueron extremos y en los "raves" fui expuesta (aunque no participé) a varias prácticas que harían sonrojar hasta a Samantha Jones. Pero así di'que una vaina de llegar a mi casa a "des-hora"? No. A menos que fuera por completar un proyecto, definitivamente no.

Hoy en día, cuando menciono que voy para Boston a partysear, mis amigos cuarentones, e incluso los trentones, me miran como que tengo tres cabezas. Empiezan a quejarse de tan sólo recibir mi invitación y seguido piden que la salida sea "más cerca" y que no vuelva uno "tan tarde". La mayoría de las veces me río y termino yéndome con los amigos milenarios. Mi hermana se lo achaca a que no quemé esa etapa. Pero es algo menos simple para mí.

Yo tengo todas las energías de cerrar todos los bares que piso. No es por llamar la atención, ni por "cobrarme las que no hice en los veinte". Simplemente conocer gente que anda en "el medio" me llena de positivismo. Puede que tenga que ver con mi ansiedad, pero en realidad me lo encuentro extrañamente divertido. Lo haré siempre que mi cuerpo me lo permita y claro, que yo sea algo agradable qué ver. No creo que una mujer que se respete va a estar metida en una discoteca a los cincuenta años.

... A menos que sea una mujer como Leonora. Mi amiga que me lleva diez años y es la sensación de toda discoteca a la que pisamos. Me encanta andar con ella y con su amiga, Bárbara, porque son mujeres bellas en todo el sentido de la palabra. Europeas y llenas de historias, no sólo son altas, rubias, con cuerpazos que no tienen nada qué envidiar a las de veinte (incluso en varias ocasiones he escuchado que les han preguntado si han filmado pornografía. Les prometo que la nariz de Bárbara crece cada vez que responde esa pregunta.). Sino también que con ellas no tengo tiempo ni para malos entendidos, ni para drama. Tienen una confianza en sí mismas que aveces se me transfiere a mí. Algo que NUNCA me ha pasado con mis amigas milenarias.

La última vez que anduvimos juntas, yo tenía mucho que no salía. Así que estaba un poco oxidada para simplemente pasarla bien. Habíamos hecho una fila lentísima en La Fábrica Central, una discoteca en Cambridge, por lo que a la hora que vinimos a entrar, ya el disc jockey se había marchado, y la música que se oía era porque se filtraba de la sección de atrás (La Fábrica tiene un "lounge" que es más como un bar en el que uno se acomoda y se aperrucha para conseguir un jodío trago. Pero como enganchan a un disc jockey, uno casi nunca cruza para la parte trasera, que supuestamente se enciende más, pero no importa.).
Leonora tenía el acostumbrado carajito pegado del oído, dándole muela (digo carajito porque aunque a lo mejor el pana estuviera en sus trenta, Leonora hace rato que cruzó por ese altar.). Bárbara, por su parte, estaba esperando que el pana que la tiene loca por un tiempo ya, le diera aunque fuera la hora. Pero el tipo no estaba en ella esa noche.

Yo aproveché que no había DJ y me encaramé en la tarima, que era más un escalón que tarima en sí. Oficialmente era del mismo tamaño que Bárbara, quien mide como 6'4".
Esa noche, como cada vez que salgo, conocí varias personas bastante interesantes. Pero ninguno como el chico de las gafas cuyos lentes eran rosados. El hecho de que llevaba gafas en un sitio que de por sí ya era oscuro me causó gracia. Y el hecho de que los lentes fueran rosados le agregó un toque de "WTF?" al asunto.

"¿Bailas bachata?", me preguntó desde el bar, como con cinco personas entre el medio de los dos. El tipo era inteligente. En el caso en que yo dijera que no, se llevaba su trago y no perdía su dignidad, y seguíamos felices como dos lombrices.

... Pero como aveces Dios se aburre y quiere darme una historia qué contar,  sucede que yo bailo bachata. De hecho, es lo único que bailo. Y el tipo no perdió el tiempo. Se encaramó en la tarima conmigo y bailamos ya ni recuerdo cuántas. Se sabía las letras de todas. No era de estos chamacos que al vuelo empiezan el interrogatorio. Simplemente la estaba pasando bien y su trago era el mejor del mundo. Pero lo que más me gustó era su forma de manejarse. Confianza, misterio y nada de dársela de que estaba acabando, como la gran mayoría de los Dominicanos que frecuentan esos lugares aquí en Massachusetts. Y nada de propasarse, tampoco.

Tenía tantas preguntas para él. ¿Por qué carajo escondía unos ojos tan preciosos detrás de esas fabulosas (pero innecesarias) gafas? ¿Quién cuidaba sus sueños? ¿Cuál era su inspiración? Pero como yo no soy loca, me limité a preguntar cosas un chin más "normales":

Y: ¿De dónde eres?
X: De Boston.
(Mentira, pensé. Nadie es "de Boston".)
Y: ¿A qué te dedicas?
X: A vivir.
(OK, punto para ti por misterioso. Pero ahora me callaré pa' ver con qué saltas tú.)
X ¿Que edad tienes?
(God, I hate that question.)
Y: Te puedo asegurar que podría ser tu mamá.
X: ¡Naaaahhhhh! No way.
Y: Una papeleta de US$20.00 dice que sí. ;)
X: Vas a tener que enseñarme el ID.
Y: *abre la cartera con una sonrisa maliciosa*

El chamaco apostó a que yo era más joven que él. Después de mucha lata, él sacó su licencia y yo mi MASS ID y evidentemente, le llevo diez años... diez añazos. 20 dólares para Yani. Luego pasó a repetidamente pasar su mano por mi frente, buscando arrugas. Él no entendía cómo me mantenía tan joven teniendo mi edad. Por un momento pensé en esa canción de Arjona, "Señora de las cuatro décadas" (aunque aún no las he cumplido). Le dije que simplemente no había llevado "mala vida". Se hizo el loco y me preguntó qué implicaba eso. No se lo expliqué. O sea, qué se supone que yo iba a responder? "No fumo, sólo bebo socialmente, nunca he jalado", jejeje... Agarré algo de confianza y moví una de sus clinejitas hacia el lado de su frente para poder seguir mirándole a los ojos. En una puso sus manos en mi cintura y sin reservas le dije, ves? Chichos. Las viejas tenemos chichos. Y con mucha razón me dijo que eso no tiene nada que ver con edad. En una (como si necesitara más) fui a chequear algo en el celular y el jevo reconoció mi background, el símbolo de Cadet Corps/Alas de Libertad de Attack on Titan. ¿Anime? ¿En serio? ¿¿Es de maldad?? No sabía si reírme o llorar, pero el corazón definitivamente se me derritió un chin.

Otra cosa rara que sucedió fue que mis amigas no quisieron cerrar el bar. Y las entiendo. Leonora se había cansado de la muela del pana (el que ambos fueran Europeos no le daba un pase automático al próximo round, por Dios.) y Bárbara había perdido las esperanzas de que el jevo la pusiera a vocear esa noche.

Y yo... Bueno, yo no voy a negar que estaba en una especie de trance. Y antes de que digan que es por lo liviana que soy con el alcohol, sepan que únicamente tomé un par de capirinhas, y esa vaina es prácticamente una Jugola. Así que el alcohol no fue. Era que simplemente este pana me tenía intrigada full. Legal, él parecía una celebridad. Era tan interesante, que me vine a dar cuenta que era hora de irme  porque las mujeres me estaban esperando al otro lado de la ventana del sitio, ya afuera.

Le di un abrazo como cuando uno era carajita y se a'fi'ciaba de un pana en vacaciones, y había llegado la hora de montarme en el avión. Y por ahí salí. Pero les confieso que en realidad no quería irme. Quería seguir aprendiendo de este joven tan lleno de vida, del que por causas ajenas a nosotros, prácticamente no aprendí nada.

¿Ven por qué me gustan estas shenanigans de andar en el medio? No es porque no tengo calle y me hace falta. Ni porque soy una "viejeba", ni es que no tengo lo que necesito en casa.

... Es que aveces, y sólo de vez en cuando, conozco una persona digna de detenerme y querer saber más. De vez en cuando la vida hace que el mundo realmente esté al revés, y que unos ojos increíbles se atrevan a mirarme tras unos lentes rosados... y a invitarme a bailar bachata.

YDLC
9/10/2019.-



2 comments:

Anthony said...

Wow osea que tu seguías escribiendo en este Blog, Espero que todo este bien un abrazo.

Anthony

GirlFromSantiago said...

Otro abrazo para ti!!